Es raro ver que un cineasta como Werner Herzog haga un documental sobre volcanes, algo que parece más de la esfera de canales de televisión como Discovery o National Geographic. No se trata de vulcanología sino más bien del relacionamiento que han tenido diferentes pueblos y comunidades con sus volcanes vecinos, una especie de antropología de los volcanes, desde una tribu polinesia que reverencia a un volcán hasta la propaganda política de Corea del Norte con el volcán del sitio donde nació el líder. Eso sí, recordando siempre que se trata de vecinos que se escapan completamente de cualquier control humano. Por otro lado, con tremendo director la estética visual es impecable. Todo el documental es un desfile de tomas espectaculares en locaciones exóticas alrededor del mundo.